Los pasos que han dado, y van a dar ambos, será difícil para
el común ciudadano elegir al “mal menor”. Se tiene a un Chui quien se
autoproclama ser más técnico que político, porque lo político se lo deja a su
hijo. Y a un Alvarado que no deja suelto ni lo uno, ni lo otro para que nadie
le haga sombra para lograr sus protervos y mezquinos intereses.
Ambos, tienen LA CORRUPCION como característica de sus
gestiones. Uno más que otro, pero al final CORRUPCION. Coincidentemente, ambos
son parte de los 12 años de corrupción, de lo que va de la existencia del
Gobierno Regional de Lima. Y como para recordarle a la población regional que
la corrupción es un tatuaje que no se puede despegar entre sí, nos recuerdan
que Chui va en alianza con Mufarech, y
Alvarado con Tello. Pesados, así en la balanza de la justicia, es posible que
ambos por su peso en bruto en gramos o quilates no logren pasar el hueco de la
guja bíblica.
No, se puede permitir que para que olvidemos la corrupción
que enloda a ambos, nos lleven nuevamente al campo de una confrontación entre
los del sur contra el norte o viceversa.
Esa circunstancia, pondría a la población regional en la encrucijada de a quien crucificar al BARRABAS menor o al
mayor. Para finalmente quedarnos con cualquiera de los BARRABAS, entonces
seríamos conscientes del destino que nos espera.
A diferencia de otras elecciones, la población regional
conoce plenamente el pasado, presente, y
está advertida de lo que puede suceder en el futuro en la Presidencia Regional
con cualquiera de ellos ¿Entonces, qué hacer? Para no volvernos lamentar los
próximos cuatro años del Presidente Regional, lo que nos queda es optar por lo
más sabio e inteligentes, y es no votar
ni por el uno, ni por el otro en la primera vuelta del proceso eleccionario.
Hacer lo contrario significaría que nos estamos acostumbrando al “masoquismo
electoral”, de decidir por el “mal menor”.
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