EN LA MIRA CON JR

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viernes, 11 de abril de 2014

ALVARADO Y CHUI ¿QUIEN SERIA "MAL MENOR"?

Es necesario, ir ejercitando nuestras mentes, y preguntarnos ¿Y sí, la segunda vuelta del año 2014 para la elección del Presidente Regional fuera entre Alvarado y Chui, quien sería el “mal menor”?

Los pasos que han dado, y van a dar ambos, será difícil para el común ciudadano elegir al “mal menor”. Se tiene a un Chui quien se autoproclama ser más técnico que político, porque lo político se lo deja a su hijo. Y a un Alvarado que no deja suelto ni lo uno, ni lo otro para que nadie le haga sombra para lograr sus protervos y mezquinos intereses.

Ambos, tienen LA CORRUPCION como característica de sus gestiones. Uno más que otro, pero al final CORRUPCION. Coincidentemente, ambos son parte de los 12 años de corrupción, de lo que va de la existencia del Gobierno Regional de Lima. Y como para recordarle a la población regional que la corrupción es un tatuaje que no se puede despegar entre sí, nos recuerdan que  Chui va en alianza con Mufarech, y Alvarado con Tello. Pesados, así en la balanza de la justicia, es posible que ambos por su peso en bruto en gramos o quilates no logren pasar el hueco de la guja bíblica.

No, se puede permitir que para que olvidemos la corrupción que enloda a ambos, nos lleven nuevamente al campo de una confrontación entre los  del sur contra el norte o viceversa. Esa circunstancia, pondría a la población regional en la encrucijada  de a quien crucificar al BARRABAS menor o al mayor. Para finalmente quedarnos con cualquiera de los BARRABAS, entonces seríamos conscientes del destino que nos espera.

A diferencia de otras elecciones, la población regional conoce plenamente el  pasado, presente, y está advertida de lo que puede suceder en el futuro en la Presidencia Regional con cualquiera de ellos ¿Entonces, qué hacer? Para no volvernos lamentar los próximos cuatro años del Presidente Regional, lo que nos queda es optar por lo más sabio e inteligentes, y  es no votar ni por el uno, ni por el otro en la primera vuelta del proceso eleccionario. Hacer lo contrario significaría que nos estamos acostumbrando al “masoquismo electoral”, de decidir por el “mal menor”. 

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