En el 2013, después de 11 años de encubrimientos el proceso
judicial seguido contra el actual Presidente de la Región Lima Javier Alvarado,
por presuntos actos de corrupción, cuando era alcalde distrital de Lunahuana,
ingresa a su recta de decisiones y definiciones.
No se necesita ser clarividente para saber ¿Cuál será el
futuro que le depara su destino a Javier Alvarado? Salvo que se corrompa a magistrados
o se acabe el mundo, porque hasta sus últimos encubridores, hoy se han
convertido en sus acusadores oficiales.
La Fiscalía Superior Penal de Cañete, repara el daño de su Fiscalía
Provincial, reconociendo que se cometió
ilícitos penales, pero que han prescrito por el tiempo. Señalan que hay delitos por formular acusación. En
consecuencia no hay inocentes. Por eso
con vergüenza ajena apartan del caso a
la Fiscal Provincial Vadillo Leaño y se coloca
a la Dra. Lita Sánchez Tejada.
Alvarado tendrá en su
contra la Acusación Fiscal, el informe de Contraloría que lo responsabiliza de
los hechos, su controversial manifestación policial fiscal del “Yo era el
alcalde pero no sabía nada”, la opinión pre- concebida de su juzgador por las
evidencias de los delitos que advirtió que
no requerían de mayor
investigación, porque existen pruebas suficientes para un enjuiciamiento del
imputado y la Fiscal no acusó ¿Sentencia anunciada? Es más que probable.
Colusión, Falsedad Ideológica, falsificación de documentos,
y Peculado Doloso son los presuntos delitos los que afrontará Javier Alvarado y
en la sentencia los años por los delitos cometidos son acumulativos. Hasta
ahora se prevee en su contra 18 años de pena privativa de su libertad ¿Salvo
mejor parecer de sus juzgadores? Pero, las
matemáticas son precisas.
La concordancia de los hechos mostrada
entre la Fiscalía Superior Penal de Cañete y el Juzgado de Lunahuana, que traslucen transparencia entre los hechos,
la investigación y las pruebas, frente a los argumentos de Javier Alvarado sobre su caso, que solo
sustentan su forma, más no su fondo no le garantizan en nada para demostrar su
inocencia.
Dice el dicho popular
cada cual es responsable de sus actos, escultor de su gracia o desgracia
y constructor o arquitecto de su propio destino. Por tanto a Javier Alvarado
sólo le queda ir al encuentro con su destino: Pedir perdón por el daño
cometido, esperar su sentencia y finalmente aceptar la vacancia de su cargo
como Presidente Regional o desacreditarse aún más y fugar o huir del país ¿ Cuál será su decisión?.
Mientras tanto todo lo que haga estará bajo sospecha de
quien no supo ser transparente, ni honesto como gobernante.
El Director.
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